sábado, 3 de abril de 2010

Cuando


Cuando las aves sangrantes entonen melodías
y el Sol se oculte antes del atardecer;
cuando mis heridas sean banales, obstruidas
mientras mi canto se dispersa al oscurecer;

cuando mis ojos lloren ácido y denigren horizontes
junto a los perdidos afectos de antagónica salida,
cuando estas manos se derritan entre brotes
con la falsedad de la pútrida saliva…

Cuando las paredes rechinen en conjunto
para atormentar a mi alma desesperada y sucia,
en el momento adecuado en que mi mundo
se dispersa entre cicatrices, con gusanos sin astucia.

Es en ese momento, cuando las sales me destrozan,
cuando mi piel se derrite deliberadamente
mientras mis propios colmillos me rozan
y sin piedad, se aceleran los fusiles en mi mente…

Es cuando detonará el gatillo obstaculizado por grasas,
acabando por fin con mi agónica idiosincrasia
mientras penetra con fuerza, en alabanza,
mis entrañas llenas de humo y de estúpidas fragancias.

¿Moriré? A veces dudo que exista ese milagro.
Mientras… Me transformo abruptamente, odiándome,
creyendo que mi condena ha terminado,
sabiendo que aún me quedan mierdas esperándome

y que, sólo cuando decida acabar con mi ceguera,
conseguiré encontrar algo de mi degradada alma…
Lanzándome al vacío, entre rosas en la hoguera,
que marchitas me aceleran e inútil me desarman.

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