lunes, 4 de enero de 2010

Debes aprender



Te hice llorar
y no me arrepiento
pues sé que esas lágrimas
te harán crecer;

no es sólo desear
todo lo que ahnelas,
también a luchar
debes aprender.

Reposa a lo lejos
deja de llorar,
despidete ahora
y vuelve a soñar.

Impulsiva bipolar


Que estás bien y ahora mal,
que te quieren, que te odian,
que todo el mundo te agobia
y no quieres continuar.

Que si olvidas o recuerdas,
que estás loca o estás cuerda,
que conmigo no concuerdas
pero me quieres de verdad.

Antagónica y confusa,
bipolar e impulsiva,
no me importa como sigas
pues no te pienso dejar.

Estresante infantilismo
que nos lleva al abismo,
mi sentimiento será el mismo
mientras me quieras amar.

El disparo



Mis dedos van delatándome con su parálisis mental,
el sudor se desliza lentamente por mi cuerpo
y mi corazón se acelera cual tambor en fiestas;
la excitación está comenzando a tomar de mí el control
sin miedos y sin amor, pienso que soy inmortal.

La mirada fría de mis ojos enviste determinación
controlando sin pudor el suave temblor de mis piernas,
fallar no es una opción aunque mi mente se inmuta
ahora veré si resulta, toda mi preparación.

Respiración agitada que voy calmando,
las manos firmes que se van relajando,
cierros mis ojos, la saco del bolsillo
rápidamente me volteo para sentir el estruendo,
de reojo veo mis anillos y sin duda lo comprendo.

Mucha sangre se derrama derrapándome en su color
siento la cabeza dar vueltas y comienzo a desmayar,
lo veo a él caer a mi frente sin aceptar lo sucedido,
luego cae ella de mi mano y me domina el dolor.

Igualados al final, el depredador y la presa,
prometí que ésta vez me arriesgaría a ganar,
quizás no es lo que logré pero tampoco he perdido
siempre es mejor intentar antes de verse indefensa.

Sus luces se van apagando, las mías también;
nuestras armas contarán la historia de lo que fue
un ladrón que encontró alguien que no se dejo robar,
pues con miedo a la muerte no podía continuar.

La Princesa sin cuento de Hadas



Había una vez… Comienzo trillado,
no funciona en una historia
que empieza en su final.

Triste princesa abandonada
por su amado príncipe azul,
fue plantada en su boda.
Está destrozada y sin luz.

¿Qué acaso no habría
un "felices para siempre"?
¿Y en su lecho quedaría
la esencia de su amor?

Llora la hermosa princesa,
humedeciendo su vestido de blanca nieves,
y sus zapatillas de cenicienta,
no recuperarán su razón.

Muerto está su corazón,
no entiende el motivo
de que aquél, su salvador,
la dejase en el olvido.

Ya no llora la princesa,
se ha vuelto de cristal,
rota ha sido su inocencia
éste sí es, un cuento real.

Nuestro amor caducado



Las palabras se han desgastado
de tanto pronunciarlas
y la pasión se marchitó
por el exceso de calor.

La luz que nos iluminaba
ahora yace apagada,
se han quemado los focos,
de tanto que ésta se usó.

El cielo se torna gris
y el humo de nuestros cuerpos,
de infinito rozarse
se incendiaron de placer.

Ya el cansancio acabó
con lo que un día comenzamos,
de elevado el entusiasmo,
en rutina se volvió.

¡Oh, aquellas madrugadas!
¡Oh, aquellos sentimientos!
Te juro que lo lamento...
Pero este amor, caducó.