domingo, 14 de octubre de 2007

Mis dos mejores amigas.



Mi muñequera, mi amiga, mi confidente, ella que guarda unos secretos que mas nadie guardará. Sin opiniones ni molestias, no critica ni aconseja, no me dice que es bueno o malo, solo me la pongo y ella hace su trabajo, guardar uno de mis más grandes secretos.

Mi muñequera, siempre la llevo conmigo, cubriendo mis errores, mis defectos, mis temores, mi presente, incluso, mi pasado, guardando las cicatrices de mi mente retorcida cuando llega al límite de la desesperación y no consigue otra salida.

Ella que me protege de críticas absurdas y preguntas molestas, me protege de problemas por tomar uno de los peores caminos y de gente que dice preocuparse, pero solo desea meterse en las vidas de los demás. Ella es también la cómplice de mi otra gran amiga, aquella que con ese dolor exuberante cura el dolor de mi alma, aunque sea por un instante y aunque solo me libere por esa vez, me hace muy feliz y tiene el valor para hacerlo a mi manera, sin preocupaciones de un después ni preguntas del ahora.

Por eso las dos son esenciales, una comete los errores que me hacen feliz y la otra los cubre con su discreción impresionante, porque de ella nadie se atreve a dudar y menos sospechar que debajo hay un secreto, un secreto que si es develado me dejaría sin ese placer, sin ese minuto de satisfacción automática que me proporciono cuando el dolor es insoportable y ya no me logro contener.

Gracias amiga, se que tu jamás revelaras mi secreto, no por tu propia voluntad, se que siempre me apoyarás a mi y a mi otra amiga y ocultarás nuestro secreto, aquel que me hace feliz noche tras noches, acabando por un momento con mi dolor interior. Gracias porque siempre estas allí y porque también con tu calor no solo cubres, sino que también cobijas a mi muñeca la cual se ha puesto frágil con el paso del tiempo y de mis pecados, tú, su mordaza, no dejas que ella grite al mundo el daño que le he causado y todo por la egoísta causa de mi momentánea felicidad.

Gracias a las dos porque se que nunca me defraudaran, solo debo buscarlas y darles una mano. ¿Lo demás? Lo demás es solo un juego de niños.



Carta dedicada a mis dos mejores amigas,
“La hojilla” y su cómplice “Mi muñequera”

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