sábado, 7 de febrero de 2009

Aquella Rosa




Recuerdo haber amado un día
a una rosa de jardín…
Esta era blanca y hermosa,
única entre tantas otras.

La cuidaba, le hablaba,
días y noches estaba a su lado
cuando me necesitara...
Aunque fuese una rosa y yo una persona,
aunque pareciese algo extraño,
algo que nadie menciona.

Me hubiese gustado hacerla feliz;
sé que pude haberlo echo…
Pero yo no era tierra,
y sé que pude haberlo echo, pero yo no era sol,
no era agua… Ni esplendor.
¿Qué más podría necesitar de mí?
¿Si yo sólo la cuidaba y le daba mi calor?

Recuerdo que aún siendo rosa
me enseñó muchas cosas igual,
y aunque a veces sufría, no la dejaba de amar.
Pero yo no era rosa…
Sabía que junto a ella, en esta vida, nunca podría estar.

Después de darme cuenta de eso, sólo la deje marchar,
pues esa rosa en esta vida, nunca me podría amar…

Así prometí tratar en otra, ser la rosa o ella humano,
porque el exterior no importa
cuando la vida de dos seres…
En verdad van de la mano.

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