lunes, 26 de octubre de 2009

Un mundo corroído


El mundo se ha transformado en un mar insaciable

de almas que constantemente, buscan su humanidad;

perdidos entre sábanas, los sueños extraviados,

recaen el dolor y la cruda soledad,

mediante miles de reflejos desteñidos

que se van desvaneciendo y volviéndose prohibidos.


Es cierto que se pierden por los rincones afligidos,

aquellos gritos silenciosos de la fría obscuridad,

borrando los matices, sangrando a plena luz,

así como cada uno, carga siempre con su cruz.


La vida ya casi extinta, yace entre los escombros,

devaluada, insospechada, difícil de obtener;

es un sinfín de apuestas por conseguir el poder,

pues por todo lo insano, matamos y aniquilamos,

peor que sucios animales o que alguna bestia cruel.


La avaricia será la reina, de esta absurda dictadura

e inescrupulosamente, toda su sed saciará,

y cuando eso suceda nos corroerán los pecados

-el bien pierde contra el mal-

tanto, que si tú no matas, alguien te eliminará

y la peste de la carne diluida, se sentirá por cualquier lugar

cuando el miedo nos azote y nos impida respirar.


No hace falta predecirlo, el futuro está muy claro,

la involución está acabando con nuestras almas,

poco a poco nos arrastrará al infierno

y es por esa razón que mi corazón destierro,

pues somos los únicos culpables, de nuestra perdición.

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