lunes, 4 de enero de 2010

El disparo



Mis dedos van delatándome con su parálisis mental,
el sudor se desliza lentamente por mi cuerpo
y mi corazón se acelera cual tambor en fiestas;
la excitación está comenzando a tomar de mí el control
sin miedos y sin amor, pienso que soy inmortal.

La mirada fría de mis ojos enviste determinación
controlando sin pudor el suave temblor de mis piernas,
fallar no es una opción aunque mi mente se inmuta
ahora veré si resulta, toda mi preparación.

Respiración agitada que voy calmando,
las manos firmes que se van relajando,
cierros mis ojos, la saco del bolsillo
rápidamente me volteo para sentir el estruendo,
de reojo veo mis anillos y sin duda lo comprendo.

Mucha sangre se derrama derrapándome en su color
siento la cabeza dar vueltas y comienzo a desmayar,
lo veo a él caer a mi frente sin aceptar lo sucedido,
luego cae ella de mi mano y me domina el dolor.

Igualados al final, el depredador y la presa,
prometí que ésta vez me arriesgaría a ganar,
quizás no es lo que logré pero tampoco he perdido
siempre es mejor intentar antes de verse indefensa.

Sus luces se van apagando, las mías también;
nuestras armas contarán la historia de lo que fue
un ladrón que encontró alguien que no se dejo robar,
pues con miedo a la muerte no podía continuar.

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